domingo, 3 de marzo de 2013

Llamadme superficial

¡¡SUPERFICIAL!!

Vale, vale. Que no era cuestión que os lo tomarais al pie de la letra... joé.

Lo que decía, llamadme superficial, pero si hay algo que echo bastante de menos desde que no trabajo de comercial, es no tener la obligación de vestirme de comercial.

Ea. Ya lo he dicho.

Ahora me doy cuenta lo que influyó en mi, en mi carácter, en mi forma de ser, de hablar, de tratar a la gente y sobre todo en mi estilo, los años que trabajé como comercial.

Me pensaba yo que no. Pero sí. 

Que si recordáis mis inicios como eb cuando ponía fotos y todo eso, yo era muy de ir a trabajar en vaqueros y zapatillas (os recuerdo que entonces era una alegre veinteañera) porque la verdad, para estar de administrativo en la oficina, tampoco necesitaba más. Vestía más arriesgada, más moderna, más sin vergüenza por decirlo de algún modo.

Pero cuando cambié de puesto y empecé a visitar clientes me di cuenta que tenía que cuidar más mi imagen. Que era muy importante dar una imagen joven y moderna, pero también seria y formal. Y lo conseguí. Y sin tener que recurrir a los famosos uniformes workingwoman que salen en los editoriales de las revistas que vienen siendo faldas de jefaguarrona y camisas de enseñar el entreteto.

Comercial, a mi estilo.

La cuestión es que me acostumbré a ese estilo y tengo todo el armario adecuado para ello. Y ahora que no trabajo de comercial, me sigo comprando ropa de comercial. Ea.

Por eso, ahora que vuelvo a ser una administrativa monda y pelonda que no salgo de la oficina nada más que cuando tengo que ir a ver a mis amigas las funcionarias de la Delegación de Industria y, por lo tanto, no tengo la obligación de vestirme de comercial, me deprimo. Aparte decir que en la oficina estoy sola sola solísima y no me ve nadie aquí salvo cuando vienen mis compañeros a coger alguna pieza del almacén y se vuelven a ir y a mi compañero-jefe, que ese viste de Carolina Herrera de los pies a la cabeza y por eso él va en azúcar. 

Porque ahora me doy cuenta de lo que me molaba vestirme pensando en qué cliente tenía que ir a visitar, porque dependiendo de si era joven o mayor, si la empresa era de un sector u otro, si era más grande o más pequeña, pues así me vestía. 

Que recuerdos :(

Pero bueno, voy a dejarme de gilipolleces y nostalgias idiotas que bastante es que tengo trabajo y no me paso el día en chándal como hacía mientras estuve en paro, que eso era más jodido. 

Desde luego.... la cuestión es quejarse. Bah!

Feliz comienzo de semana.


4 comentarios:

Anita Patata Frita dijo...

Yo también estoy sola solísima en la oficina y aún así me intento arreglar cada día, porque si te declinas solo por vaqueros y zapatillas al final tienes medio armario sin usar. Además luego tenemos instagram para lucir los modelitos delante del mundo jaja

MORGAN dijo...

Ay, no sabes como te entiendo!! Yo he pasado de llevar a diario tacones de palmo y medio (es un decir) a andar buscando botines y botas con cuña que pueda usar para trabaja, porque no me puedo permitir ir con tacón por motivos de seguridad, pero me niego a ir con zapatilla plana.
Lo peor es que llega el fin de semana y hasta me da pereza ponerme los taconazos, después de toda la semana calentita con mis botines.... una, que se hace mayor!
Besos

Aydita dijo...

Tienes razón lo importante es que tienes trabajo! besos

sonia dijo...

yo cuando trabajaba era de vestir cómoda, pero bien: vamos lo que viene siendo vaqueros, faldas, vestidos...pero ahora que no tengo curro, si pudiese salir en pijama a la calle te juro que saldría. Ganas de vestirme CERO xD