Yo también fui Pobrecica

Releyendo la entrada dedicada a mi colega La Pobrecica me he dado cuenta que sí, quizá me paso un poco con ella.

¿Pero qué queréis que os diga?

A mi ahora me hace mucha gracia ver semejantes situaciones porque... sí, confieso que yo he sido Pobrecica en infinidad de ocasiones y en el fondo me veo reflejada en la susodicha.

Estas cosas son las que no nos gusta ir contando por ahí precisamente, pero seguro que si me pongo a preguntar, más de un@ contaréis que habéis hecho muuuucho el tonto cuando os habéis enamorado... y más cuando ha sido platónicamente.

El pasar veinte veces por la puerta de la casa de alguien, ir a tomar café cuatro veces en una mañana al mismo bar porque nos gusta el camarero... cosas así.

Y mientras hayan sido tonterías de estas, o como lo de nuestra amiga La Pobrecica, resulta incluso enternecedor.

Aunque también tenemos que reconocer que en otras ocasiones nos, y digo NOS porque he sido muy dada a eso... llegamos a ponernos en situaciones realmente humillantes.

Tampoco quiero profundizar demasiado en eso, porque con esta historia de La Pobrecica lo que quiero ensalzar es lo tierna que me resulta la muchacha. Porque las situaciones que describo en la entrada anterior son realmente graciosas... auténticas chiquilladas, que, hasta ahí, son simples anécdotas sin importancia.

Porque para situaciones humillantes en cuestión de amores... las mías. Lo mismo algún día que me levante de mal humor os las cuento, pero hoy precisamente no me apetece recordarlas.

Feliz comienzo de semana!!

Besitos!