Como hemos cambiado

De vez en cuando está bien echar la vista atrás.

El otro día escuché por la radio a un psicólogo que había escrito un libro de autoayuda (por desgracia, no recuerdo ni el nombre del escritor, ni el nombre del libro) que decía que para poder superar un duelo o trauma, no se trata de tratar de olvidarlo a toda costa, sino que debemos ser conscientes y tener presentes los malos momentos de nuestra vida. Si no, nunca los asimilaremos y por lo tanto, nunca superaremos nuestro mal.

Parrafadas psicoanalistas aparte, hace un momento me ha dado por ojear algunas de mis entradas anteriores, bueno, algunas no, las que más visitas habían tenido.

Y en este momento ha sido cuando me he dado cuenta de lo que he cambiado.

Vaya... y me creía yo que no.

Para bien o para mal, cuando tienes un blog como es mi caso donde he reflejado mi vida entera, probablemente sin ser consciente de ello... es un buen espejo donde buscar el reflejo de mi evolución vital.

Obviamente, en cinco años (y pico) cambias, pero sinceramente... me he quedado sorprendida.

Como ha cambiado mi manera de pensar y de ver la vida dependiendo del momento en que vivía. Las preocupaciones, obsesiones, ilusiones o problemas que he vivido desde los veintiséis hasta los treintayuno. Nada que ver los unos con los otros.

También he observado que antes tenía más gracia... (ea)... Quizá porque no era tan pudorosa. Quizá no, seguramente sí. O no será pudor, será que soy más comedida.

Ahora veo que quizá me he vuelto demasiado seria. O madura. Será la edad, o no. Porque realmente no tiene que ver una cosa con la otra, ¿no?

Supongo que antes me sentía más libre para expresarme... no lo sé.

Sea como sea, el caso es que este blog ha ido evolucionando con su autora.

Ahora falta ver a donde nos lleva esta evolución.

Aunque si queréis que os sea sincera: Preferiría recuperar la gracia.

Feliz finde (otra vez)